Texto y fotos: Yariel Valdés González
Cada
24 de diciembre, Remedios deja de ser esa aburrida ciudad decimonónica para
convertirse por más de 12 horas en la capital parrandera de Cuba. Y parranda
aquí, y en cada municipio que se vanaglorie de acunar estas celebraciones,
significa lucha, porfía, guerra.
Cualquier campo de batalla luce insignificante ante el parque central de esta localidad de Villa Clara, escenario de los combates que libran los barrios San Salvador (sansaríes) y El Carmen (carmelitas), contendientes a muerte en fuegos artificiales, trabajos de plaza y carrozas.
La
batalla comienza con el saludo inicial a las cuatro de la tarde y se extiende
hasta las primeras luces del día de Navidad. El aire huele a pólvora y los
morteros apenas empiezan a castigar los oídos. Los sansaríes acaban de
inaugurar su trabajo de plaza dedicado a las fiestas de Halloween, cuando un torrente de fuegos se avalancha sobre los asistentes
más temerarios y deja heridos a varios parranderos.
Se
detiene la fiesta. El audio local deja de vociferar música y prefiere hacer
mutis ante el accidente. Los bomberos se personan en el área y mojan todo
indicio de fuego. Hay 22 heridos, entre niños y adultos. Por casi tres horas,
Remedios está de luto, pero el show
debe continuar.
Luego
de la Misa del Gallo, despiertan los tableros de los carmelitas y el
espectáculo es hipnótico. La muchedumbre vuelve a asustarse y mira el
embelesada el cielo que, en medio de la madrugada, se nubla por tanta metralla.
Ambas carrozas, barrocas de punta a cabo, se
posicionan una frente a otra y cada bando agita sus estandartes, presume de su
gloria, y desde ya se alistan para la próxima contienda.